viernes, 27 de noviembre de 2015


La encina y la caña
Esopo
Una encina y una caña por su resistencia discutían. Levantose un fuertísimo viento y la caña, como se curvaba e inclinaba ante el soplo de aquel, consiguió librarse de ser arrancada de raíz, mientras que la encina, por resistirse, fue arrancada de cuajo.
La fábula muestra que no conviene rivalizar ni resistirse a los que son más fuertes.

¿Qué tal? Me gusto mucho! gracias a mi maestra de Narrativas


http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/esopo/la_encina_y_la_cana.htm

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGg_dpPEo6WrXa0IBDlx0gYCwKlgEpKBTKC0nc8D1H5t5UM94mfoCrLviB6pSd1dgT9NhvdnU4kU_3bnwNIhcE4pIN0_XygWpeLA9stirulUMKGGuahVYJ-d4GtW4dvPseZfo7NdBzIRw/s320/Laencinaylacana_fabulasconmoraleja.jpg

viernes, 20 de noviembre de 2015

Cine Mudo

El cine mudo es el cine primitivo, y no posee sonido de ninguna especie. Esto debido a que la tecnología de la época no lo permitía, pues la idea siempre estuvo presente.
 
La primera película de cine mudo fue “El jardín de Roundhay”, de Louis Le Prince (1888). Su duración era dos segundos y mostraba a dos personas caminando alrededor del jardín Oakwood Grange.
A fines de la década del 20, el cine alcanzó la madurez. Los expertos sostienen que la calidad del cien bajó cuando se introdujo el cine sonoro, y que le tomó varios años recuperarse. La calidad visual de las películas en los años 20 era muy alta.
Para complementar la falta de audio, se ideó un sistema de subtítulos agregados, mediante los cuales se añadían los diálogos. Surge entonces el escritor de títulos (como se llamaba en la época) como un profesional de la época muda y tomó una importancia equiparable con la del guionista. Los títulos tomaron importancia, convirtiéndose en elementos gráficos que ofrecían decoraciones de avance sobre la película.
La proyección de las películas mudas estaba acompañada pro música en vivo, por lo general, improvisada por un pianista o ejecutante del órgano. Se comprendió muy temprano la importancia de la ambientación musical.
Los pueblos pequeños tenían un piano para acompañar las proyecciones. Pero las grandes ciudades tenían su órgano, o incluso una orquesta completa, la cual podía ejecutar algunos efectos sonoros.
Los actores mudos solían improvisar sus diálogos.
El cine mudo se convirtió en la principal fuente de empleo de los músicos de esa época, lo que acabó cuando apareció el cine sonoro.

http://movementworld.blogspot.mx/2012/09/bandasonoras-cine-mudo-ritmo-de-rock.html
http://www.swingalia.com/cine/historia-del-cine-mudo.php

miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL NIÑO QUE PUDO HACERLO

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.
Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
Golpeó, golpeó y golpeó hasta que con-siguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.
Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.
-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.
-¿Cómo? -respondieron sorprendidos.
-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Este cuento me parece bastante cierto y realista pues creo que cuando alguien intenta realizar algo la gente, siempre, lo criticara y simplemente no lo intentara por miedo a errar y realizar algo solo por darle el gusto a las demás no es acertado y te limita.

Fuente: http://www.blog.eloymoreno.com/el-nino-que-pudo-hacerlo/


viernes, 13 de noviembre de 2015

Estoy a la orilla de un río, lanzando piedras lo más lejos posible, aunque hasta ahora he sido incapaz de lograr que alguna llegue al otro lado. Llevo casi un par de horas intentándolo, hoy tengo tiempo de sobra así que me he permitido hacerlo. Me causa mucha curiosidad cómo funcionan algunas cosas y lo mucho que se parecen a lo que hago en este momento. Porque, mira, supongamos que el río es la historia que escribimos. Una tan bonita que terminó desbordándose de nuestros esquemas. Ahora nos arrastra irremediablemente. Me hace pensar que algún error cometimos en el camino, de otra forma no me explicaría por qué pasa lo que pasa cuando guardo silencio sabiendo que nada de lo que diga podrá arreglar las cosas. Porque igual terminaremos dejándonos llevar por una corriente que al principio creíamos la mejor de las aventuras. Y ahora me encuentro haciendo esfuerzos inútiles por detenerla. Por parar esta masacre de sentimientos. ¿Acaso tú no te sientes parte de este homicidio? Porque es triste, míranos. En otras circunstancias lo mejor hubiera sido darnos cuenta de en qué momento dimos un paso en falso para remediarlo a tiempo. Incluso pensábamos que cruzando un río tan fuerte íbamos a poder salir ilesos, lejos de esta amenaza líquida que nos ahoga. Si llegábamos al otro lado podíamos darnos por satisfechos. La realidad y el mundo son una corriente demasiado fuerte: y nos arrastran, nos llevan incluso en contra de nuestra voluntad porque, después de todo, no le importamos. Y hoy sólo podemos arrojar piedras, que son todos los sueños que ya no nos sirven, alterando en una mínima parte el avance. No hemos podido rescatarnos, mucho menos llegar al otro lado, y creo que no vamos a poder; ya hemos matado demasiadas ganas en el intento y, si te das cuenta, tampoco nos está quedando tiempo. Los sueños, lo mismo que este río, me parecen el invento de alguien a quien la vida no le ha dado demasiadas oportunidades.
— Cl. Heber Snc

jueves, 12 de noviembre de 2015

Luchamos por cambiar el pasado y sufrimos, sin saber que la clave está en tenerlo presente.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño

ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

no obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo

oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado

y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano

y nunca más
puedes cerrarla.

Decir que no - Poemas de Mario Benedetti

jueves, 29 de octubre de 2015

Horacio Silvestre Quiroga

 Nació el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. Era hijo del vicecónsul argentino en Salto y de la oriental Pastora Forteza. Por parte de su padre descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga.
Su infancia quedó marcada por la trágica muerte de su padre al producirse un disparo accidental de su escopeta cuando descendía de una embarcación. Tras la tragedia la madre se trasladó con sus hijos a Córdoba, en 1891 su madre se casó con Ascencio Barcos. Fue un buen padrastro para el niño, pero la tragedia se cebó de nuevo para la familia ya que éste sufrió en 1896 un derrame cerebral que le impedía hablar y se suicidó disparándose con una pistola.
Siempre fue buen deportista y amante de la mecánica y la construcción, pero además a los veintidós años comenzó sus primeros tanteos poéticos. Descubrió la obra de Leopoldo Lugones y Poe, que marcaron claramente su escritura. Mientras trabajaba y estudiaba, colaboraba con las publicaciones de “La Revista y La Reforma”. 1904 publicó El crimen de otro, sus primeros cuentos fueron publicados en la revista Argentina Caras y Caretas.  Al año siguiente se enamoró de una de sus alumnas y consiguió convencer a sus padres no sólo de permitieran el matrimonio sino que vinieron a vivir a la selva con ellos. En 1911 nació su hija Eglé Quiroga. Al año siguiente nació su hijo menor, Darío. Se ocupó él personalmente de la educación de sus hijos un tanto especial adaptada a la necesidades de la vida en la selva, de modo que fueran autónomos. Su esposa cayó en una profunda depresión y se suicidó tomando veneno. Tras el suicidio de su esposa, Quiroga se trasladó con sus hijos a Buenos Aires, donde recibió un cargo de Secretario Contador en el Consulado General uruguayo en esa ciudad. Apareció en esta época uno de sus libros más famosos: Cuentos de la selva.
El escritor se dedicó a la crítica cinematográfica, teniendo a su cargo la sección correspondiente de la revista Atlántida. En  1927 se publicó Los desterrados. Se enamoró de María Elena Bravo, compañera de escuela de su hija Eglé, se casaron ese mismo año.
Comezó a sufrir una prostatitis, y su mujer lo abandonó llevándose a su hija. Se descubrió que las molestias eran en realidad de origen canceroso, tras su regreso a Buenos Aires para ser internado en el hospital, ante tal diagnóstico el 19 de febrero de 1937 Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos minutos después.
Las desgracias siguieron a la familia y más o menos al mismo tiempo que el gran poeta, Eglé Quiroga, hija mayor de Horacio, se suicidó también. Su amigo Leopoldo Lugones se suicidó un año después por motivos amorosos. Finalmente, su hijo varón, Darío, se suicidó en un arranque de desesperación en el año 1951. En 1977 fue publicado Cuentos de amor, de locura y de muerte.

Su obra estuvo marcada por la influencia reconocida de Kipling, Conrad y, sobre todo, Edgar Allan Poe. En sus cuentos reina una atmósfera de alucinación, crimen, locura situada en la Naturaleza salvaje de la selva.